Todos estaremos de acuerdo en que la pandemia llegó a cambiar nuestras vidas de forma abrupta ya sea para bien o para mal. En el caso de nosotros como estudiantes podemos decir que puede variar y yo personalmente creo que la transición de clases presenciales a clases virtuales ha sido un constante sube y baja. Considero que el cambio más notorio que ha traído la modalidad en la educación ha sido la manera en la que nos relacionamos con la gente.
Cuando solíamos ir a nuestras escuelas veíamos amigos y compañeros, entablábamos conversaciones con ellos y eso de alguna forma nos hacía felices sin darnos cuenta. Hoy en día podremos seguir viendo a las mismas personas o solo algunas, pero por medio de una pantalla y claramente no es lo mismo. En mi caso puedo decir que fue un cambio muy duro de afrontar a pesar de que al principio lo tomé como algo muy sencillo. Hubo días donde me sentía muy solo y el hecho de estar cerca de 18 horas al día únicamente sentado frente a la computadora haciendo tareas lo hacía aún más deprimente, por lo que yo no tenía ganas para hacer las cosas y llegó un punto donde ni siquiera lo que más disfrutaba hacer podía hacerme sentir mejor.
Después de un tiempo empecé a sentirme mejor gracias a la música y al arte en general. Crear música fue algo que me sirvió como una manera de escapar y de expresar todo lo que no puedo decir con palabras. Tomando en cuenta como el arte me ayudó a comunicarme me hace pensar en más estudiantes que se sienten de la misma forma en la que yo me sentí. Pienso que todos tenemos algo que decir, pero no todos pueden hacerlo de una forma en la que se sientan cómodos y por eso me gustaría que regresando a clases presenciales se promoviera este tipo de expresión artística.
Sería muy bueno que la comunidad estudiantil pueda alzar la voz sobre cosas como discriminación, feminismo o comunidad LGBT por medio del arte porque desde mi punto de vista es una forma muy bella de dar difusión a diversas situaciones que deberían tener mucha más visibilidad.
